Para que el ministerio de una iglesia sea robusto y alcance su potencial to- tal, tiene que ocurrir una transición de suma espiritual a multiplicación espiritual. La multiplicación es el poderoso principio espiritual a través del cual la iglesia ha sido llamada a cumplir la Gran Comisión. “Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produje- ron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno” (Marcos 4:8). Sin embargo, para que esta metodología del primer siglo tenga una amplia aceptación por la iglesia, nuestra presente generación de cristianos necesitará de ayuda para comprender su importancia. Los cam- pos espirituales del mundo pueden ser cosechados solamente a través de nuestra participación personal en hacer discípulos.
Cuando los miembros de la iglesia del Señor que verdaderamente están consagrados apliquen fielmente este patrón en el ministerio, verán que, con un poco de tiempo, cualquier ciudad, estado o nación puede ser evangelizada. El ejemplo de la iglesia del primer siglo en hacer discípulos era tan natural, transferible y alcanzable que ¡cualquier iglesia de hoy puede experimentarlo! Este dinámico proceso simplemente requiere un entendimiento de versículos tales como 2 Timoteo 2:2, además de una decisión firme de equipar a suficientes hacedores de discípulos para que ellos individualmente equipen a cada nuevo miembro de la iglesia, para que crezcan, compartan su fe y se multipliquen espiritualmente