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De nuestra compañera en el ministerio, Ana Jolibeth Rodríguez, América Central…
La llamada a cumplir la Gran Comisión -hacer discípulos de todas las naciones- es válida para todos los creyentes, independientemente de su ubicación o del tamaño de su iglesia. Pero para los que viven en zonas rurales y las iglesias más pequeñas, los modelos de moda de crecimiento eclesiástico no son nada adecuados. Por el contrario, creemos que la respuesta está en la formación de discípulos personal, de vida en vida, reflejando el modelo que Jesús mismo estableció.
Piensa en el ministerio de Jesús. No se limitaba a congregar multitudes o a dar lecciones en un aula. Caminaba junto a sus discípulos, compartiendo comidas, entablando conversaciones, respondiendo a sus preguntas, enseñando y modelando la verdad. Este enfoque íntimo y relacional fomentó conexiones profundas y le permitió invertir en sus vidas de uno en uno.
En las comunidades rurales, este enfoque de vida a vida resuena profundamente. Se trata de construir relaciones auténticas, persona a persona. La confianza y la autenticidad son primordiales, y a medida que se desarrollan las relaciones y se modela la vida según la Palabra de Dios, arraiga profundamente un estilo de vida de seguimiento de Cristo. Es a través de estas conexiones genuinas como florece una comprensión más profunda de cómo caminar con Cristo, obligando de forma natural a los creyentes a compartir su fe con los demás. Siguiendo el modelo de Jesús de inversión personal, las iglesias rurales y los creyentes pueden cumplir la Gran Comisión de un modo eternamente impactante.
